“Cada persona puede ser grande, porque cada persona puede servir a los demás. Es suficiente con un corazón tolerante y un alma enamorada”


Los principios del voluntariado desde mi experiencia

Desearía que mi experiencia como voluntaria sirviera, en primer lugar, para motivar a otras personas a unirse a este mundo maravillo que hace cambiar la visión de la vida. Cuando hablo de principios me refiero al “principio del amor” que, desde mi propia experiencia, ha llenado por completo mi vida en muchos momentos y que hoy y para siempre formarán ya parte de ella.


Aprendí lo que es justicia cuando viví las injusticias de cerca…

Haber vivido alguna realidad con las personas más desfavorecidas o más débiles hace que tu corazón sea más sensible frente a esa realidad y frente a otras el resto de tu vida.
Decidí dedicarle tiempo a los demás porque sentía la necesidad de sentir de cerca y en mi propia piel cada una de las “aventuras “a las que te enfrentas cada día.

Sin duda no existe nada más pleno ni más mágico que la sonrisa de un niño. No es nada fácil hacer sonreír y llenar de ilusión a un niño que está enfermo y, más aún cuando está ingresado en un hospital. Sin embargo, nos esforzamos, ponemos empeño, dedicación y ¡lo conseguimos! Me quito el sombrero por el grupo de voluntarios. Todos sabemos lo importante que es la animación, la atención y el apoyo a estos niños y a sus familiares. Yo lo llamo magia: magia que anima y que puede curar, magia que llega a las habitaciones y las transforma.


Cada persona puede ser grande, porque cada persona puede servir a los demás. No hace falta tener un diploma, es suficiente con un corazón tolerante y un alma enamorada.
Ser voluntario es una forma de vida. Lo eliges tú libremente, lo haces de forma altruista y solidaria sin esperar nada a cambio. El voluntario siempre tiene una actitud positiva, actúa con una asociación con la que debe cumplir y al final es “más lo que recibes que lo que das".

Con la oportunidad que tengo hoy de expresarme en este blog, quiero dejar constancia de que las experiencias y las personas que he conocido a través del voluntariado han llenado por completo mi vida y realmente me han enseñado que tras cada sonrisa hay un alma que pide tu ayuda, que necesita un poco de ti.


Gracias a Fundación FADE por darme la oportunidad de hacer la labor que hago tan bonita; al Hospital Virgen de la Arrixaca por prestarnos su espacio para trabajar “sonrisas”; a los voluntarios de mi equipo que también prestan su tiempo (porque sin ellas nada de esto sería posible), y  me siento orgullosa.

Vanesa Gil, voluntaria con el Hospital Virgen de la Arrixaca


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