El cumpleaños de Erik o cómo organizar una fiesta sorpesa en cinco minutos


La tarde del 8 de mayo, como cada martes, acudimos al colegio de San Andrés para atender el taller de refuerzo educativo. Desde la puesta vemos venir a los niños. A lo lejos se acercan Erik y Johan con su sonrisa de siempre.
Al llegar a nosotros se nos echa encima Erik dando saltos “¡Hoy es mi cumple! ¡Es mi cumple!”. Y así 500 veces. Y ya besos, felicitaciones, tirones de orejas y la típica pregunta “Qué te han regalado?”. A lo que nos contesta sonriendo “Todavía nada, pero mi tía me ha prometido…, mi papá me va a comprar….”
Seguimos con el tema del cumple y le decimos: “¡Entonces esta noche tendrás fiesta en casa!”.
“No seño. Lo vamos a celebrar cuando mi madre cobre. A lo mejor el sábado, pero no lo sé todavía. Antes tenemos que celebrar el de mi hermano, que ya fue antes aún no hemos celebrado. Pero…a lo mejor el jueves ¡¡me compran una caja de donuts solo para mi!!
Y aquí fue cuando pensamos que Erik no se podía quedar sin soplar las velas el día de su cumple y se nos ocurrió organizarle una pequeña fiesta sorpresa. ¡Nosotros estábamos aún más emocionados que los pequeños!
Entramos a clase y se pusieron a hacer los deberes y les prometimos que a las siete haríamos un descanso para hacer alguna actividad extra por el cumple de Erik.
Como éramos siete voluntarios, nos repartimos entre las dos clases: 3 con los pequeños y otros 3 con los mayores. Y el otro ¡al supermercado volando!
Compramos donuts para todos (también para los voluntarios) y dos velas del número 11 ¡Lo básico para una fiesta!
 
Compra hecha en 5 minutos y vuelta al cole recorriendo los cientos de bazares y chinos que hay en el barrio. Entramos en uno y compramos una guirnalda de felicidades y unos globos para ambientar la fiesta.
Como Erik estaba trabajando en la clase grande, encargamos a los peques y a sus voluntarios que inflaran los globos, colgaran la guirnalda y prepararan la bandeja de donuts con las velas. Uno inflaba globos, otro cortaba el celo, otro vigilaba la puerta… ¡Todos emocionados con la sorpresa!
A las siete y diez -ya con los deberes terminados- avisamos a los mayores para que fueran a la clase de los pequeños diciéndoles que necesitaban ayuda y ¡¡sorpresa!!
Ver la cara de Erik al soplar sus velas fue el mejor premio para nosotros. ¡Felicidad máxima!
 
 

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